Real Horror Show

La semana que acaba de terminar fue la más exigente que he tenido hasta el momento en la universidad. Afortunadamente me preparé para ella; ahora ya pasó así que aquí estoy con una "tall boy" de Brahma en la mano con todo el tiempo que quiera para desgastar. Tengo Brahma para tirar a la basura, mi padre realizó la tremendamente atrasada actualización de su televisor y fue beneficiado (todos lo fuimos) con la promoción "enchélame la tele." Yo también gané con un pequeño reproductor de dvd que se sumaba a la promoción. Ayer, luego de mi cuarta prueba de la semana y la segunda que duraba 3 horas, ya con el cerebro hecho papilla, decidí ir a celebrar. Obvio que eso consistió en embriagarme, cosa que no hacía hace tres semanas, TRES SEMANAS!!!!!!! De hecho, el fin de semana pasado ni siquiera carreteé; fui al cine y al teatro, sí, al cine y al teatro weón. Y claro, ayer la falta de training me jugó una mala pasada y llegué a mi casa a vomitar hasta mis delirios de grandeza.
No fue fácil concentrarse para esta semana, por un lado lo único que quería era estar con el Seba (mi nueva persona favorita, no voy a decir más), por otro, las cosas en mi casa está algo ásperas. El problema es mi padre. La semana anterior llegó un día de mala, o más bien deprimido y con la visión calibrada para ver todo lo malo en la vida (a veces pienso que está esquizofrénico el caballero). Yo estaba en mi pieza leyendo y no pude abstenerme de escuchar lo que le achacaba a mi madre, quería saber cómo iba a reaccionar ella sabiendo las cosas que me había contado con la pequeña crisis de un tiempo atrás, esa que conté en un post anterior. Debo decir que no tenía malos puntos, argumentaba que la vida estaba muy dura, que ambos trabajaban muy duro para nada, porque su vida de pareja estaba en un pésimo estado. Ahí continuó diciendo algo de nosotros, sus hijos. Algo como que el del medio era un bueno para nada y luego que yo había cagado para él. "¿Tú piensas que él cagó?", preguntó mi madre. "Cagó, cagoooo", respondió él. No lo pensé en el momento, pero creo que era la prueba que necesitaba para entender lo que sentía en su mirada desde que le conté que era gay. Primero me paré de mi cama y me apoyé en la pared sólo para seguir escuchando la confirmación de mis dudas. Entonces entré de golpe a la pieza de ellos y dije algo como: "Si vai a decir algo como eso, procura no decirlo sabiendo que estoy en la pieza del lado." Me fui con un portazo enorme y al llegar al hall de entrada tomé una silla y la hice mierda contra la escalera. El viejo vino hacia mí gritando "¿Qué pasa? ¿A ver, qué pasa?" Ahí entramos en una discusión intensa en que me dijo cosas como "lo único que veo es mariconeo" y que sus ilusiones se habían muerto. Yo le di la bienvenida al mundo real y nos agarramos por un rato hasta que terminó acomodando su postura para tranquilizarme. Pero yo quedé emputecido y hasta hoy todavía me cuesta mirarlo a la cara y no quiero verlo. El asunto tendrá que evolucionar. Pero es difícil estar mal cuando se encuentra a alguien.